
Respiramos 16 veces por minuto y un total de 23 mil veces por día. Pero no tenemos idea de cómo hacerlo. Y es que hay una diferencia entre respirar para sobrevivir y respirar para vivir más profundamente.
Estudios recientes han demostrado que una respiración superficial, corta e inconsciente puede favorecer condiciones como la ansiedad, la depresión y la hipertensión. En el extremo opuesto, una respiración profunda, pausada y consciente encierra una cascada de beneficios.
El hondo camino para respirar mejor

Científicos han confirmado que una determinada frecuencia de respiración es particularmente beneficiosa: 6 exhalaciones por minuto.
¿Que cómo se supone que puedes lograrla? Empieza por asegurarte que respiras desde el diafragma, es decir, desde el abdomen y no tanto desde el pecho. De este modo, podrás colmar tus pulmones de aire y enlentecer el ritmo de tu respiración.
Entonces, un río de beneficios comienza a fluir: la presión arterial se equilibra, los síntomas de ansiedad y depresión son más tenues y el insomnio deja paso a un descanso reparador.
También se ha probado que la respiración profunda contribuye a lidiar con el dolor. En este sentido, puede ser particularmente útil para pacientes con condiciones como artritis.
En definitiva, una mejor calidad de vida está al alcance de tu respiración. Y no necesitas convertirte en un monje tibetano: solo debes respirar con más conciencia, aunque sea un rato cada día.