El espacio es inhóspito: está alejado de los afectos y supone la exposición a una radiación tan fuerte que puede incrementar los riesgos de cáncer. También exige una dieta rica en productos refrigerados y secos, ejercicio diario para prevenir el deterioro muscular y óseo, un cronograma laboral exigente y el confinamiento con tu jefe.
Estas condiciones afectan el cuerpo humano. Y mucho.
Al principio, la ausencia de gravedad puede resultar en vértigo, mareos, congestión nasal, hinchazón facial y alteración del sueño. Pero estos síntomas son solo el comienzo.
Efectos a largo plazo
La gravedad cero incide en el cuerpo humano en todos sus niveles.
Efectos físicos

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Sin gravedad, los huesos pierden minerales: la densidad ósea disminuye un 1 % por mes, mientras que en la Tierra las personas mayores pierden un promedio de entre 1 % y 1,5 % de masa ósea por año.
También, hay una mayor exposición a la pérdida de fuerza muscular, resistencia y salud cardiovascular, dado que flotar en el espacio no demanda esfuerzo.
Los fluidos corporales se concentrarán en la cabeza, lo que puede ejercer presión sobre los ojos y ocasionar problemas de visión.
Se multiplican las posibilidades de desarrollar cálculos renales, debido a la deshidratación y la excreción de calcio de los huesos.
Efectos psicológicos

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Antes de embarcarse en una misión, los astronautas son rigurosamente entrenados. A pesar de recibir el mejor entrenamiento, es probable que sufran ciertos problemas psicológicos:
- cambios drásticos de humor
- declive cognitivo
- falta de moral
- depresión
- fatiga
Además, el aislamiento y la reclusión pueden desgastar los vínculos interpersonales y ocasionar problemas de relacionamiento.